Realmente
no nos damos cuenta, y creemos que todo lo que nuestra mente dice es
verdad. Por ejemplo, el adoptar una actitud de víctima y a la vez estar
celosa de los que sobresalen, y después autocastigarse por sentirse así.
Esta
debe ser una de las peores condiciones de víctima, ya que normalmente
el sentirse así te lleva a sentirte culpable, pero en este caso, además,
a aplicar el castigo. Y esto no sucede porque uno quiere: hay algo
grabado que se repite en automático, y como lo creemos y alimentamos,
sigue repitiéndose. Pero, buenas noticias, ¡es posible cambiar!
Todos
los seres humanos nos sentimos víctimas de algo o de alguien. Fingimos,
creamos dramas, pero luego comenzamos a ver que nos gusta, ya que de
esta manera no nos hacemos responsables, y entonces nos resentimos, es
decir, nos quedamos estancados en lugar de cambiar y crecer.
Es
aquí cuando lo importante es tener la intención de soltar esta forma de
comportamiento que no nos hace felices ni a nosotros ni a los que nos
rodean, y comenzar a ir más allá de ese automático, de esa pelea, de ese
culpar al afuera o a otros, conectarse internamente, y poco a poco, ir
permitiendo el cambio.
Fue
mi sufrimiento el que me llevó a transformar estos aspectos en una
nueva percepción de vida. Cuando ya me había cansado de sufrir,
finalmente tomé una nueva decisión.
Y
fue cuando abracé la parte necesitada de mi misma que fuí capaz de
aceptar esos mismos aspectos en los que me rodeaban. Al abrazar nuestra
propia humanidad, podemos encontrar la belleza en todos los aspectos de
la expresión humana.
Cuando
encontré el valor para reconocer todo en mi, sin ignorar ni negar
ningún aspecto, también vi que no había nada malo con nada. Me hice
amiga de mis celos, de mi violencia, de mi capacidad de hacer muchas
cosas basadas en el miedo, cosas que, previamente, había juzgado con
dureza en otros.
Cuando
abracé todo lo que había suprimido anteriormente, ¿qué pasó? Se
transformó en amor, porque siempre había sido el amor, sólo que yo tenía
miedo. Yo quería que fuera otro el que asumiera la responsabilidad de
amarme a mí, en lugar de hacerlo yo misma.
Los
extremos del propio auto-rechazo juegan también en el escenario
mundial. En algunos el miedo es tan grande que los lleva a la violencia,
mientras que otros matan por miedo a perder a sus seres queridos. Sin
embargo, si aprendemos a abrazar todos los aspectos de nosotros mismos,
nuestro sufrimiento y violencia se disuelven en la frecuencia del amor.
Di que sí a tu ser interior. Amate a ti mismo, abrázate en el amor
incondicional, y el mundo hará lo mismo.
Uno
de los aspectos más tristes de la sociedad moderna es que tomamos las
cosas demasiado en serio. Nos sentimos impulsados a cumplir con lo que
"deberíamos" ser, lo que creemos que el mundo espera de nosotros.
Pensamos:
"No seas ridículo". "No hables sin que te pregunten". "No seas
inmaduro". "No digas lo que realmente tienes en mente - ¿qué pensarán?"
El autocontrol y la autocrítica se han convertido en nuestra forma de
vida y agota nuestra capacidad de juego y de libre expresión.
Tenemos
que aprender, nuevamente, a fluir desde el corazón - permitirnos vernos
ridículos, bailar libremente, detenernos y recordar que la vida se
trata de risa y alegría desenfadada. Haz la prueba. Tal vez te guste.
Isha
Comentarios