El reconocimiento de las necesidades : La moral detrás de la violencia sexual

¿Cuando dejamos de ser nosotros mismos?
""El miedo a no conseguir la recompensa se convierte en el miedo a ser rechazado.Y el miedo a no ser lo bastante buenos para otra persona es lo que hace que intentemos cambiar, lo que nos hace crear una imagen.Pronto olvidamos quienes somos realmente y empezamos a vivir nuestras imágenes, porque no creamos una sola, sino muchas diferentes, según los distintos grupos de gente con los que nos relacionemos. Una imagen para casa, una para el colegio, y cuando crecemos, unas cuantas más.La imagen del "Buen tipo", observa cuidadosamente a las mujeres, y actúa para RESPONDER A ELLAS. En las noches de soledad recuerda con esperanza las palabras de su madre, que solía decirle:“Hijito, ya llegará alguien. Un hombre bueno como tu merece lo mejor. Tienes muchas cosas que harían feliz a cualquier mujer”.El buen tipo está tan concentrado en no ser percibido como esos tipos malos, jugadores, rompe corazones, esos “ciegos bastardos”, como suele llamarlos en sus propias palabras, lo que al final termina por mostrarlo ante las mujeres como un tipo indeciso, débil y sumamente complaciente. O incluso peor: el buen tipo se fusionará con la personalidad de la mujer que le interese, pensando que esa es la mejor forma de ser su compañero romántico.Lo que quiere el buen tipo es que ella se sienta segura, pero también desea que se sienta excitada. Es este deseo lo que pone el impulso pasional y romántico a sus interacciones. Desea a la vez salvarla y acostarse con ella. Pero no se atreve a mostrar su deseo. Lo guarda."


El pensamiento más consensuado que ha insistido es el uso de la razón por encima de las emociones. Así, nos han educado restando importancia a la emoción y su expresión. Las personas tienden a amoldar su expresión emocional a los cánones socialmente aceptados, lo cual puede implicar reprimir o negar determinadas emociones.
Algunas emociones han sido catalogadas socialmente como negativas, todos las hemos venido escuchando desde nuestra infancia hasta ahora, trasmitiéndose culturalmente y pasando a formar parte de nuestros pensamientos más profundos.
Negar o reprimir emociones culturalmente sesgadas como el miedo, la tristeza o la rabia, no hará que desaparezcan por más que les echemos arena encima. Cuando reprimimos las emociones, negándoles su expresión, el efecto de expresión y movimiento que es inhibido se encauza hacia nuestro interior.
Cuando la sexualidad natural es reprimida, negada, los deseos e impulsos naturales del individuo quedan atrapados en una zona intermedia del subconsciente, afectando adversamente la formación del carácter, creando tensión, alimentando fantasías, degenerándose poco a poco hasta qué, cuando finalmente emergen al exterior, emergen como impulsos degenerados, destructivos, en búsqueda de una reivindicación, de una libertad, de una salvación enfermiza y degenerada.

La represión sexual consigue neutralizar y ocultar la sexualidad natural al punto de que los impulsos sexuales naturales no llegan a la plena conciencia, sino que son reprimidos y transformados por la barrera intermedia en lo opuesto de lo que eran.Cuando los impulsos sexuales de una personas son reprimidos totalmente esto causa el surgimiento de una identidad contraria a la naturaleza sexual original del individuo.

Comportamiento de algunos pueblos en función de su sexualidad:

 Los pueblos con menos inhibiciones sensuales tienen menores tasas de taras personales y sociales, que los pueblos con una actitud negativa hacia la sexualidad. Los polinesios del siglo XVIII no conocían ninguna forma de neurosis, en su sociedad el amor y erotismo eran completamente libres. Los esquimales de Groenlandia, eran tan  naturales que no tenían diferencias sociales, conflictos generacionales o psicosis; eran extremadamente amistosos, sin violencia, tal que su lengua no contenía insultos o términos de guerra y no había entre ellos hipocresías o represión sexual, llegaban hasta el incesto e intercambio de mujeres y la hospitalidad más abierta en que las esposas se ofrecían a los invitados para pasar la noche, desde Groenlandia hasta Alaska. Después de su cristianización, los esquimales se convirtieron en seres tan moralistas, celosos, alborotadores y pendencieros como el resto del mundo cristiano y aprendieron todas las formas de comportamiento asocial.

- Otras sociedades satisfechas en sus instintos, sexualmente inalteradas, como  samoanos, indios sirionos y los papúes de las islas Trobriand mantenían en las primeras décadas del siglo XX, un carácter bondadoso, dulce, tranquilo y no mostraban signos de desorden sexual. Los trobriandos, desconocían la represión, los secretismos y eran educados de forma completamente natural, satisfaciendo sus instintos según la edad de cada cual, sin “perversiones”, enfermedades mentales funcionales, neurosis o crímenes sexuales. No sabían de robos. Estas sociedades observan patrones diversos de convivencia, con uniones monógamas que se pueden romper libremente (islas Trobriand) o comunismo sexual (Ghotul, los Muria de India occidental).

- En otro extremo, hay cofradías primitivas entre los Galla y otras comunidades de Etiopía, Nueva Guinea, formadas por hombres que viven separados de sus mujeres, que destacan en su belicosidad y crueldad, dedicados a cazadores de cabezas y de testículos, donde el hombre es considerado para el matrimonio cuando presenta los genitales cortados de un enemigo; entre los malayos y los asmats, es casadero cuando exhibe como trofeo una cabeza. En Melanesia, Indonesia y Sudamérica hay tribus de cazadores de cabezas cuya religión manda la abstinencia sexual antes de una expedición guerrera o de pillaje. Cuando llegaron tiempos de la supresión de la caza de cabezas, hubo un desborde del número de adulterios. Los habitantes del Hindukush, entre Afganistán y Pakistán, observaban la continencia mientras estaban en guerra esperanzados en la conexión entre belicosidad y represión sexual, entre agresividad y ascetismo. Los legendarios guerreros espartanos, vivían en cuarteles desde los siete hasta los sesenta años y hasta pasan allí su noche de bodas.

- Evidentemente puede parecer aventurado hacer conclusiones absolutas, pero de hecho que hay un sustento muy pertinente –incluso fisiológico– apoyando la relación entre represión sexual y agresividad.


- La reingeniería desde el cristianismo:


- La religión cristiana escindió al ser humano de su propio ser, lo enfrascó en una lucha contra de su esencia contra la cultura impuesta, donde la emoción se trunca desde la niñez, se mutila lo sexual con estigmas de perverso. Si bien no es la primera religión en hacerlo, es la más traumática en las consecuencias de su obra. La “renuncia” ascética a su instinto, altera la historia natural de un ente biológico, instalando en él, sentimientos de vergüenza, culpa y revancha, llegando a la irritabilidad patológica, disposición a la belicosidad y persecución, desesperación y despotismo. La sexualidad insatisfecha no conduce a la dicha natural o al comportamiento pacífico, reprimir el propio deseo a menudo con violencia contra sí mismo ayuda a la intolerancia e inhumanidad hacia los demás y el impulso en la dirección equivocada busca salidas y aparecen toda una serie de conflictos sociales que van desde la insolidaridad a las vilezas de todo género.


- La represión sexual permanente, alejándonos del ser más vegetativo y animal –que, por supuesto, no excluye un alto nivel intelectual– que exigió y promovió el clero, se convirtió al final en inhumanidad, la moral del amor primigenia se hizo la moral del odio que, con frecuencia fue un equivalente embriagador a cambio de los placeres que faltan, del gozo del que uno se ha visto privado.


- La moral cristiana detrás de la violencia sexual:


- Los numerosos maltratos practicados en la Edad Media cristiana tuvieron una medida y brutalidad nuevas: aplastamiento de pulgares, descoyuntamientos, bota española, doncella de hierro, liebres mechadas, devanadera, balanza de inmersión, escama, descuartizamiento mediante caballos, instilación de plomo fundido en boca, nariz, ano o vagina, etcétera, y tenían casi siempre una componente sexual y sádica. La crueldad se concentró a menudo en la genitalidad, los tormentos preferidos se aplicaron sobre vagina y falo: arrancar el vello púbico, patear los testículos, golpear a la mujer.


- La abstinencia os hará mejores soldados:


- Quien ya no soporta su penitencia, tormentos y renuncias, tiende a desahogar su entumecimiento e inquietud sexual en el caos de la matanza, como en una borrachera. La cristiandad tiene una lejana tradición que recuerda las costumbres de los cazadores de cabezas antes mencionados: la abstinencia sexual de los israelitas antes de una guerra, pues en época predavídica, los judíos ya hacían su típica “guerra santa” que la mayoría de las veces terminaba con la proscripción del enemigo y aniquilación total, pero que había comenzado con bendiciones religiosas y abstinencia sexual. En el Antiguo Testamento, el rey Saúl promete a David como esposa a su hija Mikal con la condición de que David ataque a los filisteos y le traiga cien de sus prepucios como prueba de su victoria. “Entonces David se levantó, partió con sus hombres y mató a doscientos filisteos. Y trajo David sus prepucios que fueron entregados cumplidamente al rey”.


- Durante las Cruzadas se declaró oficialmente que la lucha por el cristianismo era un acto de guerra espiritual y se equiparó el derramamiento de sangre a las obras ascéticas. La relación entre penitencias espirituales y sadismo bélico es especialmente llamativa en la orden de los templarios. Estos piadosos caballeros prometen castidad y pobreza, duermen con la camisa y calzones puestos, evitan el teatro, los bufones y juglares –como destaca Bernardo de Claraval, uno de sus defensores más poderosos– para así entregarse con mayor vehemencia a la lucha contra los enemigos de la cristiandad. Según Tomás de Aguino, los hombres permanecen vírgenes no sólo por algún trabajo espiritual o vida contemplativa, sino también “para poder dedicarse mejor al servicio de las armas”. Porque el espíritu casto está dispuesto a cualquier sacrificio, incluso a la “heroicidad del martirio”, como siguen diciendo en el siglo XX algunos fanáticos. Hay quien elogia la manía de los flagelantes y los cruzados, calificándola como “vigorosa” y escribiendo que podían “entregarse a una vida de castidad (...) con esa intensidad que sólo encontramos en la Edad Media”. Por el contrario –como opinan en la actualidad los capellanes castrenses católicos –el sexo “paraliza la voluntad de defensa, aniquila los ejércitos y las naciones, como hizo antaño con Sansón, y es más peligroso que “el posible enemigo militar del exterior””.


Fuente: http://dragonesdeleden.blogspot.com/2012/12/01-represion-sexual-en-el-cristianismo.html


Enlaces Relacionados:

El reconocimiento de las necesidades( Parte I) : El Control de la necesidad

El Reconocimiento de las necesidades (Parte II): Miedo a la Intimidad Emocional

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